7 de mayo de 2009

¿Veinte pesos un cubrebocas?... me lo llevo


Con la actual epidemia de influenza el precio de los cubrebocas aumentó de modo que nadie pudiera haber esperado bajo condiciones normales. Entre los distintos rumores en precios escuché incluso que se cotizaban, mediante la venta informal, hasta en los 20 pesos; es decir 20 veces su precio inicial promedio. Las voces unidas de los mexicanos dijeron: “no puede ser el abuso de unos pocos que lucran con la desesperación de la mayoría”.

Por supuesto el costo es excesivo, una burla, un chantaje que se sostiene por el precio que damos a nuestra salud, ¿o no? Es injusto pensar que hay personas que tienen un sueldo diario menor al costo de un cubrebocas y, bajo el supuesto de que es necesario cambiarlo al menos cada 4 o 6 horas (he escuchado diversas versiones al respecto), una persona que gana el salario mínimo tendría que trabajar cerca de 2 días para tener cubrebocas suficientes que lo protejan durante una jornada laboral. Es decir, que olvide la comida, transporte y cualquier otro gasto necesario para vivir.

Sin embargo me surge una duda: cómo tendríamos entonces que distribuir un bien como los tapabocas (o cualquier otro bien escaso que se considere necesario para el caso) si no es fijando un precio que satisfaga la ley de la oferta y la demanda. Por supuesto se me criticará de cruel, descorazonado hijo de… De cualquier modo, la pregunta se mantiene: ¿cómo distribuimos ese bien escaso?

¿Preferiríamos que lo distribuyera el gobierno atendiendo a intereses partidistas o por simpatía a un grupo social determinado? ¿Quisiéramos que los fabricantes estuvieran obligados a darlos gratis y que lo recibiera sólo aquel que esté primero en una fila (y que por lo mismo no fue a trabajar para llegar antes que todos)? ¿Sería más adecuado dar preferencia a un individuo, o grupos de individuos, dadas características personales frente a un sistema impersonal y, en ese sentido, imparcial?

Claro, la siguiente pregunta sería: ¿el sistema de mercado es realmente imparcial en un país como México? La respuesta me parece ser sí, si bien no es meritorio en toda la extensión de la palabra (lo cual lo haría realmente mejor), si es imparcial. En mi caso concreto, no tengo un salario que pueda compararse con las clases altas del país (al contrario, y para mi sorpresa, me di cuenta revisando indicadores nacionales de que mi cheque corresponde más a una persona que vive en situación de pobreza que a una considerada, siquiera, de clase media… por suerte no tengo muchos gastos), de cualquier manera yo podría, si lo decido así, comprar un tapabocas en 50 pesos. Así lo pueden hacer muchos individuos. Si un político mal intencionado decidiera repartir los tapabocas atendiendo a intereses electorales, por ejemplo, probablemente no tendría yo un tapabocas. Del mismo modo, si el fabricante se los repartiera sólo a sus conocidos y amigos estoy… frito; no conozco, después de todo, productores de cubrebocas. Con el sistema de mercado puedo conseguir un tapabocas; ya sea porque gano lo suficiente, puedo pedir prestado, o la razón que sea, tengo, al menos, la posibilidad de hacerme de uno.

Sin embargo, ¿cuál es el precio justo de un producto? Pues me parece que el que un individuo está dispuesto a pagar libremente por él. Pongámoslo de otro modo: ¿es justo que el comercializador (el que sea) pierda la posibilidad de ganar más dinero con la venta de su producto si alguien está dispuesto a pagar por él?

No pienso que el sistema sea perfecto, aunque pueda parecer que sí en verdad no lo creo, pero si alguien sabe de un mejor método de distribución, que dé tantas oportunidades de modo tan imparcial, por favor dígamelo.

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